Modelos de referencia para la cartera de consumo: un abrebocas …
- Luis Eduardo Moreno
- 9 dic 2019
- 5 Min. de lectura
En desarrollo de sus funciones de vigilancia, inspección y control la Superintendencia de la
Economía Solidaria (SES) ha dado pasos importantes en la adecuada medición del riesgo de crédito como columna vertebral del esquema de supervisión.

En 2019 expidió las cartas circulares 3 y 6 mediante las cuales expidió regulación relacionada con la obligatoriedad de evaluar y recalificar la cartera de créditos y de reflejar los resultados al cierre del presente ejercicio.
Sin embargo, el foco de preocupación de las cooperativas que ejercen actividades financieras se mueve más allá del espectro de la evaluación y calificación de cartera puesto que los vigilados saben que el esquema de supervisión se dirige hacia la adopción futura de modelos de referencia que determinen el deterioro con base en las pérdidas esperadas de la actividad crediticia.
Un análisis ponderado de esta situación supone, en primer lugar, la cuantificación del impacto probable que sobre el estado de resultados va a tener el mayor cargo por deterioro con sus implicaciones sobre la formación del excedente operacional, el capital institucional y la transferencia solidaria y en segundo lugar, un análisis de las circunstancias de modo, tiempo ylugar que deberían acompañar la aplicación de las nuevas pautas regulatorias.
En lo que tiene que ver con el impacto, VCR Group realizó un ejercicio de contrastación entre los indicadores de cubrimiento de la cartera de consumo de las cooperativas vigiladas por la Superfinanciera que de tiempo atrás aplican el modelo de referencia con los correspondientes al segmento de ahorro y crédito vigilado por la SES.
A efectos de asegurar mayores grados de comparabilidad entre los vigilados de las dos superintendencias, del agregado de cooperativas financieras se excluyó a la Cooperativa JFK dada la baja convergencia de sus indicadores individuales con los promedios sectoriales. Al corte de diciembre de 2018 el indicador de cubrimiento de la cartera morosa fue de 128.4% para el promedio de las cooperativas financieras. En otras palabras, por cada cien pesos de cartera riesgosa, la aplicación del modelo de referencia exige en promedio 128.4 pesos de deterioro.
Para las cooperativas de ahorro y crédito no se encuentra disponible la información financiera necesaria para calcular el indicador de cubrimiento, sin embargo efectuando un ejercicio de simulación, consideramos que se pueden presentar tres escenarios, tomando como base la información publicada por la Superintendencia de Economía Solidaria en su página web (año 2017).
El primer escenario denominado escenario pesimista, estima que el indicador de cubrimiento está entre 100% y 105%; el segundo escenario denominado escenario probable, estima que el mencionado indicador está entre 110% y 115% y el tercer escenario denominado escenario positivo estima que el indicador está en 120%.

En el escenario probable, las cooperativas de ahorro y crédito presentarían un indicador de
cubrimiento entre el 110% y el 115% (incluido el deterioro general). Ello significa que a la luz de los modelos de referencia el segmento de cooperativas de ahorro y crédito tiene en promedio un defecto en el indicador de cubrimiento de casi 17 puntos porcentuales frente al indicador de las cooperativas financieras.
Este resultado no es para nada trivial. Los 17 puntos de posible infraprotección de la cartera
riesgosa son equivalentes aproximadamente al 0.8% de la cartera bruta de las cooperativas de ahorro y crédito y en valores absolutos podría representar un aumento del gasto por deterioro de entre $80.000 y $100.000 millones. Si se toma como referencia los excedentes de las cooperativas de ahorro y crédito en 2017, el deterioro extra que exige el modelo de referencia consumiría entre1 y 2 meses de excedentes, en promedio. Es importante mencionar que el año 2018 no fue mejor que el año 2017, por lo que es posible que en relación a los excedentes del año 2018 el deterioro mencionado se acerque a los 3 meses.
Respecto a las circunstancias de modo, tiempo y lugar, creemos que la Supersolidaria debe
contextualizar la aplicación de los modelos de referencia en el escenario macrofinanciero del
último año y en el que se presenta en la actualidad.
Hacemos la salvedad porque en la última época se percibe un leve debilitamiento en la fortaleza tradicional del modelo de negocio de las cooperativas en general. Prueba de ello es que según datos de Confecoop en 2018 disminuyó el número de asociados vinculados a las cooperativas, se redujo en el número de entidades (especialmente en el segmento de aporte y crédito) y los ingresos operacionales de las cooperativas de ahorro y crédito acusaron un aumento relativamente lento del orden del 5.1%.
Para 2019 la situación no ha sido diferente. En el contexto general, la tasa de interés de la cartera de consumo de los establecimientos de crédito registró una caída de 2.5 puntos porcentuales entre diciembre de 2018 y septiembre de 2019 sin que el Banco de la República hubiese reducido la tasa de interés de intervención. Esta dinámica es indicativa de una enorme competencia vía tasa de interés y de una política agresiva de compra de cartera entre los participantes del mercado.
En términos de los volúmenes de cartera el 2019 tampoco ha sido positivo, como lo refleja la
formación de excesos de liquidez en el segmento de ahorro y crédito. La tendencia alcista de la relación inversiones/cartera ha comenzado a generar importantes costos de oportunidad ya que los crecimientos del disponible, las inversiones y los depósitos han excedido ampliamente el correspondiente a la cartera de créditos.
Tampoco deben escapar del radar del supervisor las consecuencias del paro nacional, la protesta social y las marchas sobre las variables macroeconómicas. Triste resulta precisar que las caídas en las ventas del comercio en noviembre y la correlativa desaceleración del consumo de los hogares y del crédito de consumo pudieron haber desmejorado el desempeño de la economía en el último trimestre del año, que es justamente el de mayor crecimiento para la cartera de las cooperativas.
Por la magnitud del efecto contable potencial y por la escena coyuntural por la que se transita es claro para nosotros que la aplicación de los modelos de referencia de la cartera de consumo requiere un proceso de gradualidad. En este sentido creemos que se debe pensar en planes de ajuste que incorporen la totalidad de los efectos derivados del pleno uso de los modelos en plazos de 3 a 5 años que no debiliten en exceso la formación futura de los excedentes operacionales.
En relación con las cooperativas se recomienda acoger el espíritu de las cartas circulares 3 y 6 y adoptar políticas de control de gastos no regulatorios puesto que las entidades estarían allanando el camino para aminorar el impacto de la adopción del modelo de referencia. Los vigilados deben comprender que el modelo de gestión debe focalizarse en la racionalización de los gastos controlables en un contexto de incremento de los no controlables (regulatorios) y en la construcción de un sistema de administración del riesgo de crédito que acote los dos nuevos determinantes del deterioro: la probabilidad de incumplimiento y la pérdida derivada del incumplimiento.
Si bien se entiende que bajo la hostilidad del entorno macrofinanciero actual las entidades podrían caer en la tentación de consumir sus colchones de deterioro para cumplir sus metas de excedentes y rentabilidad operacional y final, lo que es muy claro a partir de este ejercicio de contrastación es que bajo el imperio de los modelos de referencia tales colchones no solamente se desvanecen sino que surgen faltantes importantes de cargos por deterioro que a futuro podrían debilitar el objetivo misional de las cooperativas: la generación de valor hacia la base social.
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